Recuerdo ese día cuando abrí los ojos y estaba solo en mi cama, estaba lejos de mis seres queridos, lejos de la ciudad, me sentía enojado y desesperado, mi esposa acababa de decirme que era mejor terminar con nuestro matrimonio, el trabajo que yo hacía no era nada agradable para mi, no me apasionaba nada en mi vida, tenía deudas, mis amigos eran excelentes personas, pero todos consumían alcohol y tenían situaciones a su alrededor muy parecidas a las mías, cuando hablaba con ellos de mis problemas la respuesta siempre era la misma: “Necesitas salir a divertirte para olvidarte de todo” Mi vida era un desastre, mis sueños de triunfar, de tener una familia feliz, de ser alguien que aportara algo al mundo, de tener una situación económica saludable,, se habían convertido en una pesadilla. Recuerdo haber visto el techo de mi habitación fijamente y sentí que todo estaba cubierto de una sombra que consumía mis recursos, mis ganas de vivir, de luchar… incluso de soñar. Pero desde mi interior, brotó una pregunta: “ ¿Por qué terminaste así?” Mi primera respuesta fue inmediata: - porque nadie me entiende, me han dejado solo, no entienden la presión que tengo encima de proveer a mi casa, de mantener un estatus, de ser esposo, padre, hijo, amigo, todos creen que es fácil y la vida no es fácil-. Sin embargo esa respuesta no satisfacía mi inquietud, así que volví a hacer la pregunta buscando esta vez otra respuesta: -¿Por qué terminaste así?- Esta vez pensé un poco más las cosas y entonces, por primera vez en mi vida entendí un conjunto de verdades que cambió el rumbo de mis acciones: 1. No tenía definido a donde quería ir, trabajaba en algún lugar que me ofreciera una buena opción económica o, que me diera la oportunidad de tener un ingreso mientras encontraba algo mejor, esperando a ser ascendido de puesto, pero eso no significaba que tuviera definido que era lo que yo quería, entonces cualquier opción era buena, al fin de cuentas, yo mismo no tenía definido mi punto final, no sabía hacia donde caminaba en cada paso que daba. 2. Mis acciones eran incoherentes en relación al éxito, yo quería ser una persona exitosa, pero no quería dejar a un lado acciones que no me dejaban serlo: ciertas amistades, lugares, hábitos personales y también financieros que solo provocaban que no tuviera oportunidades de crecimiento. 3. Mi sentimiento en ese momento no era responsabilidad de nadie, era producto de mis propias acciones, yo había elegido, los demás simplemente reaccionaron ante lo que yo decidí hacer, tenían el derecho de elegir y eso fue lo que hicieron, así como en su momento yo decidí y no pensé en la forma en que esas decisiones los afectarían a ellos. Una pregunta, sumada a la disposición de buscar respuestas reales, abrió de verdad mi corazón, claro que no era suficiente tener la respuesta, ahora tenía que tomar acciones, ese será el tema de mi próximo blog, pero por hoy, quiero dejarte con una inquietud: ¿Estás haciéndote las preguntas correctas? Y si eres del tipo de personas que se cuestiona a a sí mismo, debo preguntarte: ¿Estás buscando la respuesta correcta? Para cambiar el rumbo de nuestra vida, debemos estar dispuestos a encontrar las respuestas que nos hacen responsables de nuestros resultados, culpar a los demás solo nos aleja de la posibilidad de retomar por nosotros mismos el control de la vida, la solución no será fácil, pero si no nos responsabilizamos, nunca empezaremos a hacer un cambio, y si no empezamos, nunca cambiaremos nuestra situación actual. La próxima semana hablaremos sobre cómo elegir ante las respuestas correctas y, cómo empezar a tomar acciones correctivas para alcanzar el éxito, mientras tanto espero que te hagas las preguntas correctas y estés dispuesto a asumir la responsabilidad de las respuestas correctas. Si este blog fue de ayuda para ti, compártelo en tus redes sociales. Regístrate acá a tu sesión Gratuita de Vive tu sueño!!
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Sergio LariosSolo si estás dispuesto a enfrentar tus mayores temores, podrás acceder a tus más grandes sueños. Categories
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Julio 2019
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